lunes, 5 de junio de 2017

AMIGO IONEL GEORGE RUSU


Constanza tiene aromas diversos, como Rumanía.
Por aquí pasaron mongoles, turcos, romanos, griegos, alemanes, rusos, catapultas y lanzas, caballos y centurias, hoces y martillos, violines y cimitarras, trigo y tanques, barbas largas y cortas, Mc donalds y BMWs, sol y nieves, navíos a vela y a remo, tempestades, miradas y rezos.


Y por aquí siguen sus barcos de pesca, chatos.  Y sus botes  afilados, sus pescadores, secos,  se bañan en el puerto. Desde la cristalera de un buen restaurante con vistas, un vestido negro, corto, de piernas blancas. Tintineo y vino, lounge music,  un Mercedes en la puerta, mantel de hilo beige. Tras la luna gime ya la mezquita.

La mañana te persigue por la acera, quemando, frenando y acelerando hasta el semáforo que te corresponda. A veces, la urgencia, por sorpresa, te puede dejar en un remanso, como en una biblioteca secreta.
Cada día a las 10 de la mañana, en ese lugar, se reúnen en una mesa antiguos oficiales de la marina mercante, portuarios y algún pescador, todos ya retirados. Toman café y parlotean.

Rememoran singladuras y líneas de cascos que ya no existen. Madera hundida o quemada a cambio de metal.

Junto a la barra un hombretón distinguido pero cercano nos pregunta en Inglés de dónde somos. Al decirle que venimos de España su expresión se convierte en una sonrisa y continúa hablándonos en perfecto castellano. Soy enamorado de España desde niño.
Ionel George Rusu es un capitán retirado de la marina mercante rumana. Nos dice que en su primer viaje como oficial recaló en el puerto de Bilbao y navegó por toda la ría hasta más allá de Deusto.
George es un portento de memoria, de detalles, de cultura, de historias y de gentileza. Hijo de griega, habla siete idiomas. Su padre hablaba once y le metió el gusanillo por la mar y la construcción naval. Entre alguna de sus vivencias introduce una canción popular española recitando la letra de forma impecable.
Dice que el habitante rumano de esta zona del mar negro es como más mediterráneo, le gustan la música y las mujeres........ríe.....el rumano de Transilvania  es más cartesiano, más alemán.
Le preguntamos por los cambios acaecidos en los últimos años, de la transición del socialismo al capitalismo. Sin implicación aparente nos relata  como primer detalle que su padre, cuando tuvo un tercer hijo, solicitó otra vivienda más grande a la autoridad competente y en dos meses les dieron una casa con tres habitaciones en el centro de la ciudad. Así mismo, su formación superior, y la de su esposa que es ingeniera química, la realizaron de forma gratuita subvencionada por el estado. Él dice que no era del partido, pero ya para tener un barco bajo su mando había que hacerse del partido comunista como requisito. Llevaban como una especie de autoridad  política a bordo. La relación debía de ser de cooperación  por ambas partes.
Ensalzó algunos aspectos del antiguo régimen pero por contra también decía que podría resultar un agravio pagar el mismo sueldo a un buen trabajador que a un borracho.
Hoy toda la industria que existía en Rumanía está desmantelada. Dos millones de obreros tuvieron que emigrar. Algunos personajes bien colocados se forraron cuando toda la maquinaria se vendió como chatarra. Son los millonarios de hoy.
Junto a este señor el tiempo pasa volando, pero tenemos que abandonar la habitación de hotel en una hora. Intercambiamos direcciones de correo y nos despedimos afectuosamente.
Lionel George canta: Cuando un amigo se va....algo se muere en el alma.
Tú estarás siempre en nuestro recuerdo.
Han sido 1600 kms en bicicleta por Hungría, Serbia, Búlgaria y Rumanía. Nos hemos encontrado siempre con gente humilde, cordial y acogedora.





Para mi la bicicleta ha adquirido una nueva dimensión, la del vehículo ideal para viajar, siempre que se circule por entornos apropiados, sobre todo alejados de las carreteras frecuentadas. Creo que seguiré explorando las distintas opciones que da el proyecto Eurovelo, como una manera de viajar de manera sostenible, no agresiva, silenciosa, cercana con el entorno y sus gentes.
Juanito, volviendo a sus orígenes, se va en moto a Senegal en otoño. Yo ya iría con él. Es un gran compañero.

Sabíamos que para volver a casa había que pasar tres días por Guantánamo y la experiencia no deja indiferente. Venir non stop en un autobús desde el mar negro hasta casa supone una tortura de las más jugosas que hemos pasado. El cuerpo adquiere la forma del número cuatro como en una horma.  Entre tu asiento y el de delante hay miles de pequeñas e inservibles posibilidades de seguir siendo un doloroso número cuatro que no puede dormir, ni moverse, apenas sollozar y ver como tus tobillos comienzan a parecer los de Dumbo. De fondo hay música Manele rumana repetida hasta la pérdida de conocimiento, y cuando esto ocurre te rescatan de la inconsciencia con una película americana de mamporros subtitulada al rumano. La naiba!!!

El autobús, solo en Rumanía, para unas 20 veces. En cada parada, cada uno de los pasajeros, todos rumanos, fuman compulsivamente. Son ruidosos y joviales. Gente humilde que va a ver a sus familiares a algún lugar de España, o a trabajar.


Esta gente también dice sin rubor que con Ceaucescu no les faltó de nada. En aquella época era difícil salir del país si lo querías, ahora, aunque no lo quieras tienes que emigrar. Qué cosas nos dicen por la tele....
Este zarrio de autobús rumano, con puntualidad suiza, nos ha dejado en Bilbao hoy a las seis de la mañana y continuará repartiendo alegrías y nostalgias por todo el norte hasta Lugo.

Agradecemos de corazón  a los que nos habéis acompañado estos días en nuestros relatos y os emplazamos a la próxima aventura.
Han colaborado para la realización de este viaje www.littiumbykaos.com, empresa implicada en un nuevo tipo de movilidad más respetuoso y sostenible, en definitiva más humano. Gracias a Angela San Vicente.
Agradecimiento a Wences Diez por el asesoramiento en el diseño del blog.
A mi mujer Begoña le debo la comprensión, paciencia y apoyo que me ofrece en cada viaje y le felicito por la puntual publicación de las crónicas. Gracias tesoro.
Hasta pronto

Juan Zabalo y Jon Garai

jueves, 1 de junio de 2017

CONSTANTA

A las 07:30 establecimos nuestro primer récord del día, Juanito montado en una bicicleta con todo recogido.
La primera etapa de montaña del día anterior nos dejó las piernas maltrechas y los primeros kilómetros de sube y baja fueron un suplicio. 6 kms/h cuesta arriba, con todo metido y las piernas en llamas. Cuesta abajo, a peso muerto, velocidad máxima de 23km/h. A este paso los 115 kms de distancia que indicaban los mojones para llegar a Constanta se iban a hacer muy caros, pagados a plazos y con intererés.
No habíamos cenado y no teníamos dinero. El primer objetivo consistía en encontrar un pueblo con banco en este ondulado páramo. Tras dar unos cuantos palos de ciego encontramos un cajero y dónde desayunar tortilla, ensalada y  café.


Detrás de cada loma imaginaba nuestro subconsciente una llanura descendiente hacia el Mar Negro, pero se repetía a cada vez la misma joroba, los mismos resoplidos, los mismos 6 km/h.
Por la mañana, en una recta, un moderno todoterreno, claxonando, invadió progresivamente nuestro carril hasta hacernos parar en el arcén. Con una sonrisa un tipo sacó por la ventanilla dos latas frías tipo Red Bull y nos dio ánimos en inglés. Como si nada arrancó diciendo bye!!
El día era muy caluroso y paramos a menudo a descansar y comprar agua, algún plátano, helados,  chocolate, a modo de revulsivo.



Los kms, con el viento a favor, fueron disminuyendo en los mojones hasta que a unos 30kms de Constanta entramos en una especie de autovía entre pueblos del extrarradio, unidos por su fealdad, por el elevado tráfico y por el calor insoportable.
Prostitutas desdentadas, apostadas en el arcén, enseñaban el culo a los camioneros que pasaban mientras el proxeneta, montado en un imponente Audi  A 8 blanco de lunas tintadas vigilaba por la zona. A su vez, numerosos perros invadían la calzada completamente adormilados, inconscientes, generando situaciones de peligro. En aquel escenario pedaleábamos a tope pegados a la linea del inexistente arcén, atentos a bajarnos fuera del asfalto cuando coincidían dos coches o algún camión. Fue realmente peligroso y muy estresante y no corresponde para nada con el planteamiento de Eurovelo.
En todos los países el recorrido busca en gran medida rutas alejadas del tráfico y de los grandes porcentajes de desnivel, hay indicaciones específicas en cada cruce. Se trata de crear una infraestructura para las bicicletas.
En Rumanía y en Bulgaria no hay absolutamente nada, se circula por carreteras generales y especialmente en la entrada y salida de las ciudades hay tráfico y resulta muy peligroso. Hay un absoluto desprecio hacia el ciclista, no se respetan distancias de seguridad. Su discutible exotismo, a mi juicio, no representa un aliciente suficiente como para hacer esta parte de la Eurovelo 6, al menos en un contexto de vía ciclable.
Por el mundo hay un montón de gente viajando en bicicleta y asumen los riesgos de por donde circulan. Pero en el caso de Eurovelo en Rumanía, por el hecho de ser remoto no es justificable. Es como si por los carriles bicis de la Gipuzkoa profunda se permitiese circular camiones o tractores.
Es una cuestión de respeto y civilización y en el ámbito de la circulación vial los países del Este son mucho más brutos que nosotros y con esto no digo que tengamos el aprobado. Pasan aún muchas desgracias a los ciclistas en las carreteras del Estado Español.
Finalmente conseguimos llegar al centro de Constanta, que se encuentra en el extremo de una larga avenida. Por fin vimos una esquinita de mar.

Rápidamente conseguimos alojarnos en un Ibis junto a la playa y salimos a cenar a un restaurante griego. Nos engañaron como a turistas con la cantidad, con la mitad hubiera sido suficiente, nos clavaron y de la tripada que  me pegué lo devolví todo por la noche.


Esta mañana hemos paseado. Los dolores que desaparecieron montando en la bici y durmiendo en la tienda vuelven a aparecer ahora en el hotel.




Hoy hemos comido en un vegetariano. Hemos bajado a la playa y nos hemos bañado en el Mar Negro. Juanito sigue allí, en la toalla. Adivináis qué está haciendo?




miércoles, 31 de mayo de 2017

SILISTRA

Son las 6 de la mañana, estamos acampados al lado de un monasterio ortodoxo, en Rumanía a 100 kms de Constanta, la ciudad a la que vamos en la costa del Mar Negro. El parte Meteo dice que va a llover los próximos tres días.
Ayer salimos tras recoger y desayunar en un restaurante junto a la carretera en Búlgaria. El track, afortunadamente, nos alejaba de ella pero para sumirnos en otro tipo de tortura.
Esta zona ya no es llana. Desde el primer metro redesayunamos unas buenas rampas de subida sobre caminos de tierra afortunadamente secos y que discurrían entre cultivos de trigo y maíz.
Resoplando y haciendo zig zags fuimos  avanzando hacia el Este. Los pueblos eran menos vistosos, había algunos edificios con rastros de la época comunista y algunos especímenes que seguían sobreviviendo a la vida.


Hacía mucho calor y el porcentaje aumentaba, los caminos se estrechaban en la maleza.

Sangre, sudor y lágrimas, echar pie a tierra en muchas ocasiones y empujar nos iban acercando hacia Sílistra, la Meca de nuestro día de ayer.

Tras una larga bajada Juan notó que había pinchado. Con cuatro bombazos continuamos bajo un sol perforador hasta Sílistra, que finalmente no era más que un punto imaginario en nuestras mentes, un oasis de motivación, una zanahoria cualquiera o un Lamiako a la Búlgara.
Sin apenas fuerzas y tras 70 kms muy duros de mountain bike, a una media de 14'5 kms/h, nos comimos un pollo a medias, patatas fritas y ensalada de tomate y pepino en este bodrio llamado Sílistra. Retozamos lo que pudimos y a las 6 de la tarde, tras cambiar Juan la cámara, pasamos la frontera nuevamente hacia Rumanía, con la tripa a reventar y sin haber podido cambiar el dinero búlgaro por Leis rumanos.

Pedaleamos cuesta arriba y cuesta abajo por una tranquila carretera al Sur del Danubio, y nos despedimos de él ya que en esta zona comienza a girar al norte, hacia las desembocadura en el delta, a unos 400 kms.


Plantadas las tiendas bajo los ataques de la aviación rumana, mosquitos anabolizados y como locos, escapamos de ellos en el interior. Sin comida y sin un Leí.
Yo me acerqué al patio del monasterio donde cantaban y rezaban, el sonido salía al exterior por una megafonía. Por los jardines deambulaban tipos muy raros, con botas muy grandes y vestidos de negro. Incluso había algún jovencito.

Hoy debería ser nuestra última etapa.
ESPACIO ZARRIO

martes, 30 de mayo de 2017

BABOVO

Partimos en una mañana fresca y despejada del pueblito Souhia donde habíamos pernoctado. Pronto llegamos a Zinimirea y desayunamos una tortilla y un café.

Continuamos por este Sur de Rumanía, cerca del Danubio pero sin llegar a verlo. Se suceden los pueblos y aldeas. Estamos un poco cansados de responder " hello" a cada niño, son muchos y están atentos al paso de los viajeros. Vamos en dirección a Giurgiu, las casas van mejorando de aspecto, es rural pero parece que el ladrillo está moviendo un poco la economía, se ven casas con pretensión y Preyslerismo.


En Giugiu, tras 75 kms en las piernas y 31 Leí en el bolsillo conseguimos que nos dieran de comer una ensalada y una hamburguesa basura en un sucedádeneo llamado Domynos.


Habíamos decidido continuar hacia Constanta por la ruta más recta; ésta pasa por el sur del Danubio, en Bulgaria. Había que ir a Ruse, una ciudad industrial y portuaria situada en la otra orilla a Giurgiu.
Un chofer de camiones que tiene una pequeña agencia y que hablaba bien español nos indicó un lugar en Ruse donde poder cambiar unos 30 euros de moneda serbia que nos quedaban, necesitábamos moneda búlgara.


Cruzar el puente fue toda una odisea, no está pensado para bicicletas. Los tráilers resoplaban a nuestra popa porque ocupamos deliberadamente el carril durante todo el trayecto, primero cuesta arriba y luego tras coronar, hacia abajo, a buena velocidad pero sin conceder el carril.. Si no nos hubieran pasado rozando contra la estructura metálica del puente, largo de 1km aproximadamente.
Juan dice que a las recomendaciones de la gente no hay que hacerle mucho caso. Conseguimos cambiar el dinero en un chiringuito de cambio justo tras el puente, ya en Bulgaria, sin necesidad de entrar en la ciudad de Ruse. Desde allí continuamos por una doble vía ancha que va hacia Sílistra, pedaleando a tope con ganas de salir de esa vorágine y volver a alguna carreterita secundaria.
Aquello no paraba, los coches seguían pasando a 150kms/h y nosotros en bici. Tras unos kms de sube y baja, la doble vía se convirtió en ida y vuelta de un carril y los coches y camiones continuaban a la misma velocidad. Sin ningún arcén la opción de continuar por allí era temeraria, era cuestión de tiempo tener un accidente.
Hemos viajado en moto por muchos países, pero jamás hemos tenido una sensación de vulnerabilidad tan grande, continuar estaba siendo temerario. De pronto, una furgoneta blanca nos pasó rozando literalmente a más de 130 kms/h. Decidimos tirar la toalla. Yo a mi madre le dije que iba a ser prudente y aquello era correr un peligro innecesario, sin sentido, cuando se supone que veníamos a recorrer una vía ciclable europea.
En España hay desprecio por el ciclista pero en estos países te consideran lo mismo que a un mosquito que se estrella en el parabrisas. Te dicen " hello" cuando pasas y te pueden invitar a comer para luego atropellarte cuando vas por sus carreteras.
Seguimos teniendo una mentalidad de a ver quien la tiene más grande, la picha, el coche o la cartera. Una mentalidad testosterónica que no hace ningún bien al planeta ni a quienes lo moran. Por favor, más civismo y respeto, menos gilipolleces en las escuelas e institutos. Aquí también, los adolescentes están desarrollando un móvil en una de sus extremidades, la otra la usan para tocarse los huevos, como allí....
Se impone la misma mierda para todo el mundo occidental, ese que llaman desarrollado, los vídeos Mtv, o mierda electro latina cantada en español retrasado y moñas, los mismos pantalones rotos, el mismo corte de pelo de futbolista. Se impone la uniformidad, estética y mental, los 40 principales...en Rumanía hay una gran música y sus jóvenes ni se van a enterar, la van a perder. En Serbia lo mismo, en un bar modernito, tipos de 2x2 metros, los soldados más temibles del mundo, con una cara de malos que acojona, enfundados en su chandal y moviendo el pie y su cincelado cabezón al son de "despasito.....despasito".
Al borde de la carretera, con desesperación y sin saber cómo salir de allí, de aquel infierno, continuamos pedaleando a poca velocidad por el borde de unos campos sembrados. Cuando acabó esa opción, ya que aran hasta el borde de las carretera sin dejar ni un camino, continuamos andando, empujando las bicicletas por el borde izquierdo de la carretera.
En un puesto de fruta nos detuvimos y comimos unas fresas. Al lado sembraban con un sistema casi arcaico. Hablamos con aquella gente amable un rato.



La cartografía descargada en el gps nos permitió explorar alguna opción alternativa por caminejos entre campos. A veces recuperamos el track cuando se alejaba de la carretera general.


Esta zona de Bulgaria está muy cuidada y ordenada, no se ve decadente, casas y aldeas con cerezos en sus puertas, todo está limpio......y cómo conducen.


Tras 115 kms, alguno por sembrados y un par de ellos andando llegamos a un pueblo muy acogedor, sereno, bonito. Hablamos con un par de jóvenes en inglés y fuimos a tomar una cerveza al bar, con idea ya de quedarnos por allí.
Siempre levanta curiosidad en uno de estos pueblos pequeños la llegada de algún viajero y también el ejercicio de la hospitalidad.
Dimos con una gente que no olvidaremos, a pesar de las barreras del idioma. A partir de ese momento nuestra visión del día, del viaje, se volvió más amable y positiva, menos desesperada. Cenamos, tomamos cerveza y grapa, o un licor típico búlgaro y conseguimos que alguien, ya de noche nos llevase en su furgón 30 kms más adelante para evitar una zona insalvable de la temible carretera general. Todo esto en un perfecto italiano practicado con Milen, uno de los anfitriones. Gracias también a Anni, Nikki y Stanimir. La cena costó exactamente la cantidad que teníamos de dinero de Bulgaria.


Una hora más tarde, Anatoli  Vasilev, un carpintero de 120 kgs y 1'90 mts que hablaba italiano, nos dejó, tras recibir los últimos 10 euros que nos quedaban, al borde de la carretera junto a algo que intuimos es una zona de acampada y desde donde os escribo. Son las 8 de la mañana, aún no he sacado la cabeza de la tienda.
Hoy seguiremos con la misma política de mantenernos alejados de esas carreteras y cerca de la gente.
La furgoneta que nos pasó rozando era el mismo modelo que la de Anatoli. Paradojas....

lunes, 29 de mayo de 2017

EKAITZAK

Seguimos viaje hacia el Este por esta llanura de campos, aldeas, carros y carrazos BMW, donde los pueblos se suceden con regularidad y monotonía.
Hoy es domingo y huele a asado en la carretera. Los niños continúan saludando y chocándonos las manos a nuestro paso. Me pregunto si dicen "hallo" o Euro!!.
Los mayores están sentados en banquitos de madera, debajo de algún arbolito, de las parras; ellas con la cabeza envuelta en un pañuelo, en grupos de tres o cuatro, se cuentan sus cosas y también saludan.
Cada cierto tiempo aparece una población más grande y casi todas tienen las trazas de lo que está sucediendo también en otros lugares de Europa. La desindustrialización asola ciudades donde antes miles de obreros se ganaban el pan. Hoy Rumanía, al menos en esta zona, es una tierra sin esperanza para los jóvenes. El que puede lo intenta y emigra.

Corabia, donde comimos unas pizzas en un coqueto hotel, es un ejemplo de hacia donde vamos. Tiendas Non Stop por un lado y grandes fábricas abandonadas entre cultivos y un poco de ganadería.



Cada día por la tarde, a nuestro Norte, se montan unas nubes amenazadoras, con rayos y algún trueno. Como los hombres de negro, nos visitan, tal vez para saber cuántos kms llevamos, y si el balance fuera bueno nos cobran en tiempo haciéndonos refugiar en algún lugar. Ayer nuestro saldo no era bueno, continuamos pedaleando y nos hicieron pagar. Por dos veces nos cogió la nube y nos dejó empapados. Tiene su gracia ir en bici lloviendo.

Pedaleamos por las llanuras que le gustaron a Jaime Palmer de Mallorca, este viaje también va por ti. Es verdad que la calma de los atardeceres tiene una quietud mágica.
Rubén, de Murcia, está viajando por Rumanía en bicicleta y va hacia Asia. Nos ha contactado tras seguir nuestro blog y la idea es poder coincidir en algún punto del Danubio. Ruben baja desde Brasov, en el centro de país, hacia el Sur. Llevamos dos días sin comunicar.
Os escribo hoy lunes desde la tienda. Ayer aterrizamos tras 120 kms en un pueblo llamado Suiha y estamos instalados como en un solar entre casas y huertos. Palomas, cucos, hurracas, grillos, gallinas, gallos, perros, gorriones y Juan están dando un recital.



Hoy seguimos hacia el Este, posiblemente volvamos a cruzar a Bulgaria, en Ruse, de camino a Contanta. Tal vez mañana.

Tengo que hablar con mi banco para ver cómo queda lo del cajero de Calafat.